Quizás hayas oído hablar sobre una reunión internacional en Londres hoy y mañana para discutir temas de gran importancia. Grupos de activistas de todo el mundo han llegado a Londres para montar unos carnavales en las calles de los dos centros financieros de la ciudad. Analicemos la importantísima tarea del G20 y sus reuniones.
El G20 es el grupo de los paises más importantes del mundo. La raíz del grupo es el G7, compuesto por USA, Canadá, UK, Alemania, Italia, Francia y Japón. Son lo que la prensa llama “El grupo de países más industrializados”.
El grupo se convirtió para muchos en la representación del capitalismo. Les acusaban de proteger sólo los intereses de los ricos y de ignorar a la ONU. Al mismo tiempo, países como Brasil, India y China se quejaban que los países en vías de desarrollo también tenían algo que decir.
Quien sabe si por un ataque de remordimientos, tras la crisis asiática de 1999, el G7 creó el G20 compuesto por los piases más industrializados (el G7) más las economías en desarrollo más poderosas: Brasil, Argentina, México, Sur África, Turquia, Rusia, Arabia Saudí, India, Corea del Sur, China, Indonesia, Australia y la guindilla de la Unión Europea.
Gracias al G20 ya nadie se puede quejar de que los temas internacionales se discuten entre los ricos. De hecho, el G20 convierte la ONU en una simple reunión festiva, para que los pequeños países tengan la ilusión de que pintan algo en el mundo.
Pero a qué viene eso de que se reúnan ahora en Londres? La razón es la crisis económica. En el pasado acostumbraban a reunirse para tomar canapés, hacer networking, y visitar países a costa de sus gobiernos y del gobierno organizador de la cumbre. Ahora, la cosa es mucho más seria. El «credit crunch» ha acabado arrastrando a toda la economía. Todos los países han ejecutado planes inundando de dinero sus economías, sin ningún éxito. Así que los dirigentes van a usar la reunión de mañana en Londres para llorar todos juntos en una sesión de catarsis internacional. Evidentemente, no van a inventar ninguna solución revolucionaria para salvar al mundo porque ya sabemos que nadie tiene ni la más remota idea de cómo solucionar este pastel. Simplemente van a soltar algunas lagrimas, pronunciar alguna frase rimbombante, y luego volver a sus actividades habituales de ingestión de canapés y charla.
Para celebrar tan importante cumbre, activistas de todo el mundo han llegado hasta Londres para montar un carnaval por las calles de la City. Todos ellos han venido andando o en bicicleta desde sus países, puesto que están terriblemente preocupados por el cambio climático y jamás viajarían en coche o avión (que horror) para acudir a la cita. Los carnavales de hoy han sido denominados «Los cuatro jinetes del Apocalipsis», y van a ser cuatro carnavales distintos contra el cambio climático, la guerra, el desempleo y los embargos de viviendas de gente que no puede pagar hipotecas. El final del carnaval va a ser frente al Banco de Inglaterra.
Quizás pienses que los cuatro temas propuestos no van a ningún sitio, y que la crisis no se va a solucionar gritando contra el desempleo. Pero esa no es la cuestión. El objetivo principal es el entretenimiento de las masas.
Los del G20 podrían reunirse por teléfono, pero prefieren hacerlo en persona para atraer la atención mundial. Los activistas entonces pueden ir a la ciudad de la reunión a hacer lo mismo que los dirigentes: conocer países y charlar con otra gente, pero sin canapés. Muchos grupos de jóvenes pueden asistir y gritar desesperadamente contra la injusticia del sistema económico mundial. Eso saciará la necesidad juvenil de rebeldía, les dará la ilusión de que están influyendo en los temas importantes mundiales y les dará algunas anécdotas que podrán contar toda su vida. Los violentos van a poner la nota de color. Reventarán cristales, intimidarán a aquellos que parezcan banqueros, intentarán entrar en los bancos. Todo para la diversión general.
Claro, la policía también pondrá su granito de arena. El dispositivo de hoy y mañana ha costado 7,2 millones de libras. Todos han sido instruidos en tener cero tolerancia, con lo que cuando los disturbios empiecen, no se lo van a pensar dos veces antes de repartir leña, cosa que hará las delicias de los manifestantes, quienes podrán mostrar orgullosos los moratones a las cámaras mientras denuncian la represión del del capitalismo y sus múltiples contradicciones.
Yo por mi parte conozco a bastante gente que trabaja en bancos. Son buena gente. Hoy al salir de trabajar voy a ir a gritar contra ellos y a culparles de todos los males del mundo moderno. Quizás incluso les tire algunos huevos. Al fin y al cabo son banqueros. Gracias a eso, el mundo va a ser un lugar más justo.